Hola!!!
En esta primera entrada aprovecharé para presentarme y presentar lo que puede que sea el blog...
Mi nombre es Jose M. Anaya. Mi pasión es la montaña y casi todos los deportes que en ella se puede practicar. Hacía tiempo que andaba detrás de plasmar en una libreta algunas de mis vivencias. Al comentarlo con los colegas todo son ánimos para que lo haga por lo que la motivación termina ganando a la pereza. No soy escritor, ni periodista, ni nada que se le asemeje. Tengo, como cualquier persona, la capacidad de escribir, mejor o peor, la diferencia es que, como a algunas personas, me gusta escribir...y eso haré, escribir intentando no dejar en mal lugar a ese precioso verbo de la tercera conjugación.
Se abre la puerta... |
Nací el año en el que nació la Constitución española, en 1978, en una España en la que la sombra del franquismo aun estaba muy presente. Afortunadamente las ganas de cambiar y modernizarse estaban todavía más presentes y eso se tradujo en profundos cambios de libertad y evolución...fui al cole con niños y niñas y nunca nos pegó el maestro, eso si, Don Fidel fumaba durante las clases como una carretero. Tuve una niñez muy bonita, tranquila. Los de mi quinta disfrutamos de muchas cosas que no tuvieron nuestros padres, pero junto a ellos sufrimos otras que ellos casi que no habían conocido...nos quedaremos con lo bueno, aunque nunca olvidaremos los estragos que causó la ETA, la heroína o el SIDA.
A los pocos años de nacer, mi padre me transmitió su gran pasión, el montañismo, el de chiruca y garrote. Junto a él recorrimos muchas de las montañas que rodean Elda, la ciudad en la que he vivido gran parte de mi vida. Madrugar, sentir el frescor de la mañana en las montañas, sudar para alcanzar una cumbre y llegar a casa con las pantorrillas como si me las hubiera arañado un gato se convirtió en algo más que habitual, se convirtió en mi religión, en mi vida. A ello también contribuyó enormemente que mis padres me dejasen en manos de la gente del Centro Excursionista Eldense.
El Centro Excursionista Eldense, mi club de toda la vida, ha sido pionero en muchas cosas; para suerte mía lo fue en lo que se refiere a lo de crear una escuela de montañismo. A finales de los años 80 se constituyó oficialmente y Arnaldo Beltrán fue quien se encargo de dirigirla semanalmente; nos imprimió su carácter tosco y su grandísimo amor por el montañismo, fue una delicia poder disfrutar de aquellos años, de él y de todos su colaboradores, y de aprender, tantas y tantas cosas en las que siempre estaba presente lo más importante en esta vida, el respeto. De aquellos años de montañismo horizontal guardo recuerdos, todos muy bonitos, la infinita paciencia de mi padre ante nuestras quejas, la fuerza de Arnaldo, los conocimientos de Verdú, la entrega de Pedro el Ciego y su inseparable lazarillo Genaro, que en más de una ocasión lo llevaba por donde más pinchos había, y tantos recuerdos de largos almuerzos en mitad del monte que amenizaba con pequeñas aventuras por las carrascas mas tupidas o por los ribazos más pequeños, me daba mucho miedo eso de escalar...
Año 1991. Cabreras, zona del Buho. |
Durante aquellos años de escuela de montañismo aprendimos muchas cosas pero, evidentemente, lo que más nos molaba era la ESCALADA. Hicimos varias jornadas de escalada, cursos en toda regla impartidos por auténticos maestros de la materia. Eso terminó de marcarme, y no porque fuera algo que se me diese bien exactamente; la dificultad que sentía al escalar, la satisfacción por superarme y la sensación del vacío a mis pies me volvían loco y porque no decirlo, pertenecer a un grupo de "mayores" como aquel, asalvajados, con vidas totalmente volcadas a la escalada me chiflaba. Al poco de empezar a escalar el Grupo volvía a irse al Himalaya; verme tan de cerca aquellos preparativos para intentar el Nanga Parbat me parecía un sueño, y es que, por aquel entonces, intentar una montaña de 8000 metros era algo reservado a grupos de escaladores muy cohesionados y con una gran capacidad organizativa.
De aquellos primeros de cuerda Roca, mosquetones Faders y pies de gato Boreal Ballet tengo muchísimos recuerdos, recuerdo hasta los olores más característicos, los que me indicaban que estaba en el camino, en la pared. Fueron muchos mis maestros, a los que estoy profundamente agradecido. Podría nombrar a tantos que además de aburrido sería injusto ya que siempre quedaría alguien en el tintero. Ellos saben quienes son y lo agradecido que les estoy.
De aquellos primeros de cuerda Roca, mosquetones Faders y pies de gato Boreal Ballet tengo muchísimos recuerdos, recuerdo hasta los olores más característicos, los que me indicaban que estaba en el camino, en la pared. Fueron muchos mis maestros, a los que estoy profundamente agradecido. Podría nombrar a tantos que además de aburrido sería injusto ya que siempre quedaría alguien en el tintero. Ellos saben quienes son y lo agradecido que les estoy.
Estábamos en la primera mitad de los 90, mi vida era escalar y montar en bici. Era una época en la que el mountain bike estaba en pañales. Durante varias temporadas me dediqué casi en cuerpo y alma a pedalear por los sitios más inclinados y no, no llevábamos suspensiones ni nada que se pareciese, competíamos muchos findes y pocos días quedaban para escalar. Fue una época de mucho sacrificio pero de muchas risas, muy sana, una época que cualquier adolescente debería de vivir.
Competí mucho en bicicleta....en la foto durante una prueba disputada en Petrer |
Fue una época que terminó en 1996. Desde ese momento participé en alguna que otra media maratón, no volví a pedalear y empecé a escalar a muerte. A muerte significa que no había finde o fiesta que perdonásemos, siempre que podíamos nos autocastigabamos de cara a la pared. Nos juntamos un grupo de iguales muy fanático y aprendimos muchas cosas, unas mejores que otras pero en definitiva cosas que marcaron el final de nuestras adolescencias y el principio de nuestra madurez. Eramos fanáticos insaciables. Tuve la suerte de volver a rodearme de máquinas. Si mis maestros eran de lo mejorcito del momento mis colegas de aquellos finales de siglo XX eran unos titanes de la escalada y es que, en esos momentos en los que el grado aun no estaba tan desarrollado, casi todos hacían 8a como poco. Durante esos años también comenzamos a recorrer las grandes paredes de nuestra querida provincia, y también se hizo un grupo muy fanático de la materia, todos igual de chalados por las grandes rutas, por los parajes olvidados. Nos enamoramos profundamente de las paredes, aprendimos a escucharlas y a tratarlas con mimo.
Y tanto que las tratabamos con mimo, hasta escalábamos descalzos!!! (En Musculmán, Forada Norte) |
Esa época de escalada a muerte se tradujo en superación constante en deportiva, sin alcanzar grandes niveles, 8a máximo, y en locura extrema por abrir nuevos itinerarios. Empezamos con vías de deportiva. Equipamos infinidad de rutas, incluso un sector entero, El Túnel de Agost. Después de escalar centenares de vías largas nos metimos de lleno en la apertura de vias grandes. Tuvimos la suerte de encontrar varios paraísos casi vírgenes, Penya Roc y Placas del Eco, y tuve la suerte, una vez más, de rodearme de los mejores en la materia. Y hasta hoy, casi.
Podría contar más y más pero sería más y más aburrido. Me quedo en este punto y desde el parto. Escalada, apertura de vías y rodeado de los mejores, siempre. El resto son mundos paralelos, los tuyos y los míos...allá vamos...
La inspiración!!! Leyenda pura y dura!!!!!....Wolfgang Gullich y Kurt Albert |
Salud y saludos!!